miércoles, 25 de mayo de 2016

La pasión por el cómic no para de crecer y se sintió en Palermo

Quinta edición de la Comic Con


Más de 60 mil personas colmaron Costa Salguero. Hubo familias enteras y fanáticos que fueron disfrazados de superhéroes y personajes del cine, la TV y el manga.

Un chico que todavía no tiene veinte años va de un lado a otro envuelto en un disfraz amarillo de Pikachu, el más famoso de los pokemones. Un grupo de adolescentes se turna para hacerle upa a un peluche de Chewbacca, personaje entrañable del universo Star Wars. Un Spiderman de seis o siete años improvisa patadas voladoras y tomas de karate y, de la misma edad, un Mario Bros habla en ese inglés con tonada italiana que popularizó el plomero más famoso de los videojuegos. Todos circulaban ayer por Costa Salguero, en el último día de la quinta edición de Argentina Comic Con.
Amantes de historietas –desde el manga japonés hasta las de superhéroes–, de series, películas y libros de ciencia ficción o de videojuegos coparon durante tres días el pabellón 5 de Costa Salguero. “En la edición anterior hubo unas 60 mil personas, y creemos que esa cifra creció en un 15 o 20 por ciento”, dice Roberto Schenone, director de la convención. Según sus cálculos, cuando la versión vernácula de Comic Con se repita en diciembre, van a necesitar un pabellón más: “La clave es que no nos limitamos a las historietas, sino que nos expandimos a series, literatura y cine”, explica.

Nadia Casanova maquilló a decenas de Guasones en uno de los stands de la convención: “Me llamó la atención que participaran familias enteras. Venían los chicos a que los lookeara y de repente los padres también querían el pelo verde”, cuenta, y agrega: “No tuvimos respiro”. Algo parecido dice Karina, que atiende un food truck de comida japonesa dentro de la convención: “Vendimos sushi, pinchos de langostinos y ahora sólo quedan unos bocaditos dulces que aggiornamos al gusto argentino, con dulce de leche y crema pastelera”. A su puesto llegaron muchos seguidores de las historietas y los dibujos de origen nipón, para que la gastronomía acompañara la compra de libros de manga que oscilaban entre los 55 y los 200 pesos.
En venta anticipada, entrar los tres días a la convención costaba 400 pesos. “Los libros están igual de caros, pero acá ves cosas que afuera no encontrás”, cuenta Claudia, que llevó a su hija de 13 años a la convención. Habla, tal vez, del stand que organizó un torneo en el que ganaba quien armaba una CPU en menos tiempo, o de la charla al pasar entre un adolescente y (un hombre disfrazado de) el Doc de Volver al futuro sobre las tablas voladoras que nunca llegaron. O del stand que informa los requisitos para tener un disfraz de algún personaje de Star Wars aprobado mundialmente por la Legión 501st, que agrupa a los apasionados por el lado oscuro de la fuerza. “Nosotros somos los malos. Enfrente están los buenos”, dice el encargado del espacio: habla de la disposición de los stands en Costa Salguero y de la historia del mundo.


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